La monturas más sencillas son aquellas que se obtienen cortando un tubo de metal. El grueso mínimo de pared para engastar con comodidad es de unas 6 décimas, para piedras pequeñas en talla brillante; hay que procurar siempre que queden unas décimas entre el diámetro de la piedra y el diámetro del tubo, para abocar estas décimas de metal sobrantes encima de la piedra y cerrar la boca.
Siempre se debe observar previamente la piedra y sus propiedades físicas. Una piedra con una gran culata requiere normalmente un grueso y una altura superiores; una piedra delicada como la esmeralda puede precisar de una boca con una aleación más blanda como oro de 22 Kilates, y por el contrario, un diamante o un zafiro, debido a su extraordinaria dureza, podrán engastarse prácticamente en cualquier tipo de montura.
Para abrir distintas bocas y tubos se utiliza un abocardador. Éste es posible encontrarlo en prácticamente todos los perfiles que se desee, tan solo es preciso introducir el metal reconocido en el interior y golpear cuidadosamente con el punzón para abrir y abocardar la boca.
A partir de un tubo, y con la ayuda de un abocardador, se golpea y se abre la montura; en este momento se puede engastar, pero es mejor continuar y eliminar el material con la lima, para seguidamente con una fresa dejar tan sólo cuatro o seis patas.
Otra posibilidad, efectuada también a partir de un tubo redondo, es una vez limado y conseguida la forma, se le suelda una anilla redonda en su base.
Proceso
El engastado parte de dejar unas décimas de metal sobrante en la parte superior de la montura, con el fin de apretarlo y cerrarlo encima de la piedra, y evitar así que ésta pueda caerse; por ello es imprescindible que la piedra ajuste en la boca y que la cantidad de metal sea suficiente, pues ello permitirá realizar los ajustes con comodidad.
Cualquier tipo de boca puede ser abocardada si se dispone del útil apropiado.
Partiendo de la mitad del grueso de la pared del tubo,
se elimina material del interior del mismo, con la ayuda
de los buriles plano y media caña, efectuando el ajustado
correcto de la piedra en el interior.
Una vez asentada la piedra, con una lima se elimina un poco de material de todo el exterior del tubo.
Seguidamente, se cierra la boca con el empujador, y a continuación se golpea con el martillo percutor, que acaba de cerrar el metal dándole mayor dureza.
Con un buril plano se perfila interiormente el metal que está más en contacto con la piedra, con el fin de eliminar posibles imperfecciones; luego se pasa un bruñidor para darle el brillo al interior de la boca.
Piedras rectangulares y cuadradas
Siempre que se desee realizar una montura, deberán observarse la talla de la piedra, sus características y sus dimensiones.
En el caso de las piedras rectangulares o cuadradas, es frecuente encontrar la talla recta, en forma de tabla; cuadrada o baguette y la talla octogonal, especialmente en las esmeraldas y en las piedra más frágiles. Cada talla requiere ciertas variaciones en el tipo de montura.
Las piedras con talla octogonal requieren monturas especiales, que se pueden engastar por las pequeñas facetas de cada extremo.
En esta imagen se puede ver la secuencia de la preparación y el montaje de una montura para una piedra rectangular.
El engaste de una piedra rectangular puede terminarse como en la primera figura o como en la segunda, soldando hilos rectangulares en cada extremo.
Bibliografía
Información extraída de:
Carles Codina (2000). La Joyería. Parramón Ediciones.
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